Actualmente, la zona urbana es el entorno en el que se mueve la mayoría de la población. Por esta razón, entre otras, gran parte de los accidentes con víctimas que se producen tienen lugar en áreas urbanas. Los datos demuestran que alrededor de un 60% de estos accidentes ocurren en este tipo de vías, aunque el número de fallecidos es mayor en las zonas interurbanas.

Tales accidentes son una de las consecuencias más directas y graves para la sociedad relacionadas con la movilidad. Durante décadas, y con más fuerza durante los últimos años, el interés por el medio ambiente, el estilo de vida sostenible y las prácticas ecológicas se ha visto incrementado en gran medida por parte de la sociedad.

Fue a mediados del siglo XX cuando surgió el término movilidad sostenible, alimentado por la preocupación sobre problemas medioambientales y sociales, generados principalmente por el uso del vehículo particular, hecho que provoca que se produzca un desarrollo de modelos económicos de alto consumo energético y de carbono.

En definitiva, el fin último de la movilidad sostenible es configurar un modelo de transporte más eficiente para la sociedad y menos intrusivo para nuestro entorno, mejorar la integración social mediante la accesibilidad, lograr una óptima calidad de vida de los ciudadanos y reducir el número de accidentes provocados en el entorno urbano por los medios de transporte.

Los objetivos concretos que persigue la búsqueda de una movilidad sostenible son:

• Desplazamiento a pie de los ciudadanos siempre que esté dentro de sus posibilidades.

• Incremento del uso de la bicicleta como medio de transporte.

• Hacer uso de los medios de transporte público como método para el ahorro energético y para reducir los problemas de tráfico.

• Concienciar del uso responsable del vehículo propio, fomentando que sea compartido con otros ciudadanos. Además, promover la adquisición de vehículos más respetuosos con el medio ambiente.

• Establecer zonas de carga y descarga para evitar aglomeraciones y problemas de circulación.

• Realizar una gestión eficiente de las plazas de aparcamiento, siempre coherente con el espacio urbano disponible.

• Proveer a las ciudades de infraestructuras necesarias para el desarrollo de la movilidad sostenible: puntos de recarga para coches eléctricos y equipamiento de bicicletas de calidad.

En resumen, todas estas acciones y objetivos persiguen la reducción de la huella ecológica de cada ciudad. Con esto se pretende velar por los recursos naturales necesarios para el día a día de la población, que cada vez son más escasos.